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viernes, 1 de noviembre de 2013

Sistema de Dominación Múltiple.

 Si se piensa en alternativas reales, de trascendencia desenajenadora, a la civilización rectoreada por el capital, es imprescindible determinar las formas históricas de opresión que se entrelazan en la crisis civilizatoria de fines de siglo XX y principios del siglo XXI.
Es oportuno, en esta dirección, asumir la categoría de Sistema de Dominación Múltiple (SDM).

Análisis

Su análisis debe realizarse teniendo en cuenta sus dimensiones económica, política, social, educativa, cultural y simbólica. El campo económico y social del capital completa su fortaleza con su conversión en capital simbólico. Mientras enfrentábamos su poder visible con las armas de la crítica reflexivo-racional, sus tentáculos estetizados contactaban con los subvalorados rincones del inconsciente social e individual de sus víctimas, logrando incorporarlas, en no pocas ocasiones, al consenso de sus victimarios.
Ello se hace patente especialmente en el lenguaje cotidiano que, a juicio de Jean Robert, se transforma hoy en subsistemas del sistema capitalista. Los hábitos lingüísticos del sistema-mundo internalizan la lógica del capital. La actual jerga económica, política, profesional, carcelaria nos hace hablar capitalismo. Para el investigador suizo-mexicano, se hace necesario confeccionar un Glosario del lenguaje capitalista para descapitalizar mentes y sentimientos.
Para José Luis Brea, en el llamado tercer umbral del “capitalismo cultural” la producción y reproducción de simbolicidad es el nuevo gran motor generador de riqueza. La megaindustria contemporánea de subjetividad y sus redes de distribución transnacional, han producido modos de sujeción nunca antes vistos:
Pero las nuevas economías propias de las sociedades red no solo afectan a los modos de producción y consumo de los objetos que las prácticas culturales generan y distribuyen (digamos: de los objetos inmateriales) en su seno, sino también, y quizás de manera aún más decisiva, a los propios sujetos, a los modos en que en ellas se producen los efectos de subjetividad, de sujeción. En medio de la crisis profunda de las Grandes Máquinas tradicionales productoras de identidad, el conjunto de los dispositivos inductores de socializad -familia, religión, etnia, escuela, patria, tradiciones,…-- tienden cada vez más a perder su papel en las sociedades occidentales avanzadas, declinando en su función. Sin dudas el espectacular aumento en la movilidad social –geográfica, física; pero también afectiva, cultural, de género e identidad, tanto como de estatus económico y profesional—determina esa decadencia progresiva de máquinas en última instancia territoriales.
Pero lo que sobre todo decide su actual debacle es la absorción generalizada de esa función instituyente por parte de las industrias contemporáneas del imaginario colectivo (a la sazón cargadas con unos potenciales de condicionamiento de los modos de vida poco menos que absolutos). Una industria expandida –más bien una “constelación de industrias”-, en las que se funden las de la comunicación, el espectáculo, el ocio y el entretenimiento cultural, y en términos aún más generales, la totalidad de las industrias de la experiencia y la representación de la propia vida, que toma a su cargo la función contemporánea de producir al sujeto en los modos en que éste se reconoce como un sí mismo en medio de sus semejantes, administrando en esa relación sus efectos de diferencia e identidad.
El impacto global de esas megaindustrias ha hecho de la enajenación mediático cultural la norma de la vida contemporánea en las sociedades capitalistas, generando a la vez ilusiones y tensiones insolubles tanto en el centro como en la periferia del sistema. La hegemonía se presenta como lo que es: una praxis y un modo de pensamiento, de subjetividad que se elabora desde las matrices ideológicas de los dominadores, pero que, como nos recuerda José R. Vidal, no se circunscribe a ese polo de los “victimarios”, sino que involucra a sus “víctimas”: el universo de los sujetos subalternos, dominados.

Categorias del Sistema de Dominación Múltiple

Con la categoría de sistema de dominación múltiple podremos visualizar el conjunto de las formas de la dominio y sujeción, algunas de las cuales han permanecido invisibilizadas para el pensamiento crítico, y favorecer el acercamiento entre diversas demandas y prácticas emancipatorias que hoy aparecen contrapuestas o no articuladas, y evitar de esta forma viejos y nuevos reduccionismos ligados a la predeterminación abstracta de actores sociales a los que se les asignan a priori mesiánicas tareas liberadoras. El contenido del SDM abarca las siguientes prácticas de:
  • Explotación económica y exclusión social (Aparecen nuevas formas de explotación de las empresas transnacionales de producción mundial, a la vez que se acentúan las prácticas tradicionales de explotación económica y a esto se agrega la exclusión social que refuerza las primeras).
  • Opresión política en el marco de la democracia formal (Política-espectáculo neoliberal: contaminación visual y “pornografía” política, irrelevancia decisoria del voto ciudadano, vaciamiento de la democracia representativa, corrupción generalizada y clientelismo político, secuestro del estado por las élites de poder).
  • Discriminación sociocultural (étnica, racial, de género, de edades, de opciones sexuales, por diferencias regionales, entre otras).
  • Enajenación mediático-cultural (Alta concentración de los medios como forma de dominio del capital sobre la sociedad, su conversión en espacios de toma de decisiones políticas y de contrainsurgencia frente las alternativas y las resistencias populares que pongan en peligro su hegemonía, su papel como puerta “estetizada” del mercado capitalista, antesala visual de la plusvalía, paralización del pensamiento crítico a través de la velocidad de la imagen fragmentada y del simulacro virtual, hiperrealista de las televisoras, lo que el Subcomandante Marcos llama, con razón, “el Canal Único del neoliberalismo”).
  • Depredación ecológica (en el sentido de que la especie humana, colocada como “responsable” y no como “dueña” de la tierra, ha contraído una deuda ecológica, al no haber podido impedir la proliferación de modelos utilitarios de intervención en la naturaleza, que han destruido los ecosistemas.).
El despliegue de esta categoría nos facilita el análisis integral de las prácticas de dominación, y por ende, permite debatir los problemas de la emancipación en clave más compleja. De ahí la necesidad de abordar la crítica a las prácticas de dominio y sujeción acendradas en la sociedad contemporánea vinculadas al examen de los problemas actuales de la articulación de las demandas libertarias y emancipatorias en el movimiento social y popular de América Latina y el Caribe.
Resulta necesario contextualizar, a la luz del imperialismo transnacional y de los aportes de la teoría social contemporánea, aquellos conceptos teórico-críticos surgidos de Marx: explotación económica, exclusión social, opresión política, alienación individual y colectiva, con el propósito de sistematizar las múltiples perspectivas de lucha y demandas emancipatorias que se dan a diario y simultáneamente en los lugares más diversos del planeta, y determinar las bases de una voluntad proyectiva mundial que otorgue condiciones de posibilidad a la superación de la dominación capitalista.
La esencia de la categoría de sistema de dominación múltiple coincide con la formulación que realiza István Mészáros para caracterizar la civilización del capital: “El capital —apunta con razón el destacado pensador húngaro— no es simplemente un conjunto de mecanismos económicos, como a menudo se lo conceptualiza, sino un modo multifacético de reproducción metabólica social, que lo abarca todo y que afecta profundamente cada aspecto de la vida, desde lo directamente material y económico hasta las relaciones culturales más mediadas”. La diversidad articulada puede concebirse, en este sentido, potencialmente, como posibilidad de la multiplicación de los sepultureros de esa reproducción metabólica social.

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